FIGURACIÓN

Por suerte aún la música 

me deleita. Qué haría 

con tantas horas turbias 

por delante, vividas 

como golpes sedientos 

de un resplandor que nunca 

se concreta, con celos 

de qué que la premura 

agiganta. Venablos 

serían, sin final 

aparente, callados 

estatutos de un gas 

que te asfixia. Que suene 

la música, que sueñe. 

VIDA

Este virus malsano 
vino para que hablemos. 

(Hijo mío, no salgas. 
Madre mía, te quiero.) 

Y aunque el pudor exija 
el velo del silencio, 

nuestra mirada sabe 
qué frágil que es el cuerpo. 

VIEJO VATE VALIDADOR

Es la Mirtha Legrand 
de todos los poetas 
obsequiosos. Sus tretas 
son las mismas: con gran 

despliegue de ironía 
y con mucha finura 
dice cualquier locura 
y lo aprueban. Hacía 

en otro tiempo un diario 
y un suplemento en que 
amarrocó su fama. 

Por el canto el canario 
se conoce: su fe 
no le consiente el drama. 

SCRIABIN

Desnudo, hacia las tres 
de la mañana, escucho 
algo que no hace mucho 
poníamos, revés 

de nuestros tontos modos 
pueriles. De repente, 
el piano, que Occidente 
entronizó entre todos 

los instrumentos --cuando 
la música era buena--, 
se calla, y la serena 

noche se esparce dando 
a mi cuerpo indefenso 
placer como de incienso. 

DEVOLVAMOS LA TORTA

De clase, de taquito 
y de repetición. 
No se me importa un pito 
tu lindo camisón. 

De mala leche, de alma 
y de Fuenteovejuna. 
Te lo digo con calma: 
mamá murió en la Puna. 

Qué lindo: las arqueras 
atajan las pelotas 
haciéndose las sotas. 

Qué feo: las banderas 
flamean sin recelo 
delante de mi Telo. 

ELLA, ELLA YA ME OLVIDÓ...

Almizcle zalamero, 
betún de la ocasión, 
yo me pongo el pompón 
de decirte: "te quiero". 

Arengas de Del Caño, 
siringa subibaja, 
yo me meto en la caja 
de decirte: "te extraño". 

Bautistas ya sin fe, 
colación misteriosa, 
yo me anoto a la rosa 
de decirte: "volvé". 

VIOLÍN CARNÁTICO

¿Se bailará esta música? 
¿Se seguirá en silencio, 
sentados, extasiados? 
Yo la escucho escribiendo, 
anotando los temas 
que el reguero del tiempo 
me acerca. No son muchos: 
el vacilar del cuerpo, 
que envejece entre cosas 
inmóviles, y el cero 
infernal que la Guerra 
venidera, que espero 
no vivir, trazará 
sobre este mundo ajeno.