lunes, 27 de enero de 2020

SCRIABIN


Desnudo, hacia las tres 
de la mañana, escucho 
algo que no hace mucho 
poníamos, revés 

de nuestros tontos modos 
pueriles. De repente, 
el piano, que Occidente 
entronizó entre todos 

los instrumentos --cuando 
la música era buena--, 
se calla, y la serena 

noche se esparce dando 
a mi cuerpo indefenso 
placer como de incienso. 

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